Te escribo desde los oscuros rincones de mi alma,
desde esos retazos de vida que naufragaron
y se resisten a aceptar un fracaso.
Te escribo porque me impulsa el silencio
y porque me pone impotente ver
tantas hojas en blanco:
sin nada, calladas,
negando sentimientos, evitando nostalgias.
Te escribo porque el tiempo transcurre
y carcome cada día un poco más mis neuronas,
y porque la brisa de este febrero
me devuelve a aquel amanecer en tus brazos.
Te escribo porque estás ausente
y he comenzado a extrañarte,
porque ya es hora de que el teléfono
me devuelva la claridad de tu voz.
Te escribo porque en las noches
te acerco a mi almohada
y te hablo bajito para que te duermas tranquilo.
Te escribo porque acaricias mi alma,
humedeces mis labios y encarcelas mi amor
mientras dura tu regreso.
viernes, 11 de mayo de 2007
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