lunes, 17 de diciembre de 2007

Día M

Hoy no fue un día de los mejores. La adrenalina acumulada durante un fin de semana que me tuvo a las apuradas se me desparramó entera con el reclamo absurdo de alguien que buscaba un “chivo expiatorio” para sus problemas de escena pública y “perfil político”.
Hoy me sentí perfectamente ubicada en la silla que está entre la espada y la pared. Hoy las 365 mañanas laburadas de este año se filtraron por palabras que me atribuían culpa sin entender yo por qué.
Hoy dejaron de existir las horas dedicadas a proyectos ajenos, a construir la imagen de gente que ni siquiera sabe dónde está parada. Hoy la tinta de la bendita revista se diluyó entera demostrándome, una vez más, lo poco que se valora a las personas. Hoy, que alguien me remarcara que faltaba una letra “e” en el nombre de una universidad de Alemania, ajustó un poquito más el nudo en la garganta que ahora tengo. Y pensar que mañana debo continuar…
Hoy más que nunca largaría todo, me convertiría en huracán, firmaría una renuncia, me reiría de mí misma, saludaría al mundo con los sueños olvidados y correría sin parar hasta desintegrarme por completo.

martes, 27 de noviembre de 2007

TANGO

Se lo puede pensar, simplemente, como la danza que representa a nuestro país en el mundo. Pero lo cierto es que hay toda una magia en el tango que sólo se experimenta cuando el sonido de un piano y un bandoneón se encuentran con las notas arrabaleras. Tango...dejar que la música fluya por la sangre...sentir cómo el cuerpo quiere escapar de sí mismo y transportarse hacia otros escenarios.
Desde que bailo tango, no he encontrado otra forma de expresión a través de la cual dos personas puedan encontrarse -sin límites- en la tristeza, el amor, la obsesión, la bronca, la desolación... la sensualidad.


TUS POESÍAS

Por si me pierdo entre la corriente.
Por si el tiempo agrieta demasiado
mi piel y mi esencia.
Por si estamos lejos, pero cerca a la vez.
Por si la vida me transforma
en lo que exactamente odio.
Por si, alguna vez, nos volvemos a encontrar
y descubres que mi ser
ya no coincide con la persona que conociste.
Por si no nos volvemos a encontrar
pero te invaden ganas de recordarme:
te dejo mis letras
impresas con la tinta
que desborda por mis manos
y se escapa al papel.
Te dejo mis letras
que desnudan mi cuerpo,
consuelan mi alma,
cicatrizan las heridas del corazón.
Mis letras, que ahora son tuyas
porque sin querer me las robaste
y no tiene sentido que
sigan durmiendo en un cajón.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Espera

Abre los ojos, amor mío,
estoy aquí
acariciando los pliegos de tu alma,
queriendo cerrar los surcos de tus heridas.

Abre los ojos, amor mío,
sigo aguardando paciente
tu mirada tierna, sincera,
los besos que erizan de tibios.

Abre los ojos amor mío,
estoy aquí, en la puerta de tu encierro,
esperando ser la luz de tus días
o la dulce llovizna de otoño.

martes, 2 de octubre de 2007

OCASO

Te esperaba temprano
lucero de mi alba,
te encontré en tu ocaso
con los párpados cansados.

jueves, 12 de julio de 2007

UNA CARICIA

¿Qué espero?
Que mis caricias sean el sol de tu vida.
Que la primavera florezca también en tu alma.
Que tus ganas de verme sean proporcionales a mis ganas de verte.
Que me extrañes poco, para no dañarte.
Que me extrañes mucho, para estar siempre cerca.
Que los minutos se vuelvan años.
Que el invierno se derrita entre tus brazos.
Que el mundo se pare y estés a mi lado.
Que el mundo siga girando y sigas estando a mi lado.
Que la noche no me asuste porque me sostienes la mano.
Que mi alma te abrigue y te duermas despacio.

¿Qué extraño?
El milagro diario de tu sonrisa.
La infinidad infinita de tus ojos cristales.
Tu mirada inquieta cada vez que me indagas.
El calor sincero de tus besos suaves.
Los ocasos de abrazos, los amaneceres de abrazos.
El camino por el que me llevas cada vez que me amas.
Los celos entendibles que te provoca mi pasado.
Tus ganas de crecer, tu miedo al cambio.
Los deseos en palabras que susurras a mi espalda.
El tiempo de sobra para salir, justo en este instante,
corriendo a encontrarte.

jueves, 5 de julio de 2007

Minuto de arena

Te regalo el tiempo que te falta
para sentir las caricias del sol,
para atrapar nubes rebeldes
y amoldarlas a tu corazón.

Alquilo el tiempo que te sobra
para llenarlo de locura y sin razón,
y si no hay horas disponibles
me conformo con milésimas, con segundos.

Compro este minuto de arena
para aromarlo con naranjas,
para pintarlo de otoño
y endulzarlo con la sal de mi amor.

viernes, 22 de junio de 2007

LA CONFESIÓN

La luz de su departamento se prendió como siempre, a las 5:45. Su figura deambuló frente a la ventana con la misma taza de café caliente. Desde hacia un mes y medio su vida se había convertido en la mía. Luego se deslizó como un ángel a lo que supongo era el baño.
Me senté en la vieja silla y prendí un cigarrillo. Durante la media hora siguiente, y como desde hacia un mes y medio, volví a contar el dinero: 250 mil, contantes y sonantes.
Controlé el reloj y me paré frente a la ventana y allí estaba, acababa de salir de su diaria ducha matinal y su húmeda cabellera caía sobre sus hombros. Se dirigió a su habitación, se vistió rápidamente; volvió al comedor, se colocó el abrigo y rodeó su cuello con una bufanda, tomó su cartera y varias carpetas que yacían desparramadas sobre su mesa. Parecía tan fría, como esa mañana, y sin embargo era tan bella. De cualquier manera, ese era el día, el día por el que la había estado vigilando un mes y medio y yo era un profesional, no debía fallar.
Pasadas las seis y media se dirigió a la puerta y apagó la luz. Al mismo tiempo tomé mi saco y salí de mi aposento. Aunque bajé por las escaleras pisé la calle antes que ella. Atravesó la puerta de su edificio y caminó con prisa hacia la estación del subte. Prendí otro cigarrillo y caminé sobre sus huellas.
A las siete y cuarto entró en la redacción, esa maldita redacción que la obsesionaba y que la llevó, a través de sus investigaciones e informes, a escribir el camino que culminaría en su fin.
Solamente la observé, me quedé de este lado del mundo, el sol comenzaba a salir.

La esperé en el bar de don Pepe, ubicado en la esquina de Corriente y Callao, y, como desde hacia un mes y medio, llegó alrededor de las diez y media. Se había recogido el pelo y traía puestos sus anteojos oscuros. Era tan bella, como aquella mañana, y sin embargo parecía tan fría.
Se sentó en la mesa de siempre y pidió su café: “Bien fuerte y sin azúcar”, dijo.
Desplegó la papelería que siempre la acompañaba y consultó su agenda. Algo parecía empezar a preocuparle. Yo sólo la observé y mi mano izquierda me cercioró que la 22 mm seguía ocupando el bolsillo de mi saco.
Revisó una y otra vez sus días organizados en esas hojas numeradas que la ataban. Quizás buscaba un espacio para agendar alguna nueva entrevista.

Don Pepe le sirvió el café, pero esta vez no levantó su cabeza para agradecerle y regalarle una sonrisa, esa sonrisa que iluminaba, la iluminaba. Parecía concentrada en su trabajo. Nunca había visto a una mujer tan enamorada de su profesión.
Su café se enfrió y durante la hora que permaneció allí, abrumada por sus papeles, en ningún momento sus manos rozaron la taza.
Once y media marcaba el reloj cuando tomó sus cosas, dejó un dinero sobre la mesa y saludó a don Pepe con un “Hasta mañana”.
Ni siquiera se percató de mi presencia y abandonó el bar para volver a su rutina. Y pensar que, desde hacia un mes y medio, la continuidad de su rutina estaba en mis manos.
Me paré pagué mi whisky a don Pepe, que ya comenzaba a tratarme como un amigo, y salí tras ella.
Caminó y cruzó las calles tranquila, parecía más relajada que lo habitual. Pero ese día no siguió el camino de siempre y eso comenzó a impacientarme: no sabía adónde se dirigía.

Al llegar a la Buenos Aires se detuvo y miró el reloj. Luego sus cabeza se movió a un lado y a otro, sus ojos parecían buscar a alguien. Pasados unos minutos se acercó un auto, un Scenic verde, del cual bajo un hombre alto, de pelo negro, vestido de traje y anteojos oscuros.
Se dirigió a ella como preguntándole el nombre y la hizo subir violentamente al coche.
Todo se había complicado, mis planes debían cambiar de dirección, mi trabajo tenía que terminar ese día. Yo era un profesional.
Subí a un taxi y los seguí. Los vidrios polarizados del Scenic me impedían ver que pasaba allí adentro.
Tomaron la ruta dos que va a Mar del Plata y luego, a la altura del km 600, bajaron por un camino de tierra. Allí hice detener al taxista, le pagué y le pedí que no hablara con nadie.
Comencé a correr y los ví entrar a un descampado. Me escondí tras unos pastizales y lo único que pude ver es la puerta del auto abriéndose y el cuerpo de ella cayendo en un charco de barro y agua.

Cuando los extraño se retiraron, me acerqué y pude comprobar que estaba muerta.
Aún sin vida era tan bella. La frescura de un ángel habitaba su rostro. Desde hacia un mes y medio su vida se había convertido en la mía. Pero nunca podría haber sido mía.
Yo era un profesional y debía terminar con mi trabajo para cobrar el dinero restante.
Saqué mi arma del bolsillo, apunté sin titubeos y descargué tres balas que se sumaron a la que le había quitado la vida atravesando su sien.

Y luego me dirigí a Tí, porque sé que eres el único misericordioso capaz de perdonar mis pecados. El único que conoce mi condición de ser humano débil. Y es que ella era tan bella que no sé si hubiera podido matarla.

viernes, 1 de junio de 2007

XXVIII

Y vuelvo siempre al mismo lugar,
A las hojas blancas que así quedarán.
Y vuelvo siempre a la melancolía de tus días
A la locura de tus besos con sabor a mar.
Y vuelvo siempre a la mirada perdida
Porque mis ojos miopes no me llevan más allá.
Y vuelvo, siempre vuelvo, no lo evito,
Porque el polvo al polvo vuelve.
Y vuelvo siempre a las tardes de tu calor
porque este invierno es más frío sin tu amor.
Y vuelvo siempre a esta maldita plaza
Al vuelo de sus palomas escapando de mis pies.
Y vuelvo siempre a la luna de abril
A mi promesa rota, a la rutina gris.
Y vuelvo, siempre vuelvo, no lo evito,
Porque todo “insiste”, insiste por existir.

viernes, 11 de mayo de 2007

XXIX

Y es volver a contar las horas
para verte;
y sentir que toda mi vida
te pertenece.
Capullo de algodón
que acaricia mi alma.

Y es volver a soñarte
en las noches;
y despertar cada día
para volver a extrañarte.
Gotita de rocío
que humedece mis labios.

Y es la soledad al revés
contenida en tus abrazos;
y es volver a llenar las hojas
con la sangre de mi corazón.
Duende travieso
carcelero de mi amor.

TE ESCRIBO

Te escribo desde los oscuros rincones de mi alma,
desde esos retazos de vida que naufragaron
y se resisten a aceptar un fracaso.
Te escribo porque me impulsa el silencio
y porque me pone impotente ver
tantas hojas en blanco:
sin nada, calladas,
negando sentimientos, evitando nostalgias.
Te escribo porque el tiempo transcurre
y carcome cada día un poco más mis neuronas,
y porque la brisa de este febrero
me devuelve a aquel amanecer en tus brazos.
Te escribo porque estás ausente
y he comenzado a extrañarte,
porque ya es hora de que el teléfono
me devuelva la claridad de tu voz.
Te escribo porque en las noches
te acerco a mi almohada
y te hablo bajito para que te duermas tranquilo.
Te escribo porque acaricias mi alma,
humedeces mis labios y encarcelas mi amor
mientras dura tu regreso.

martes, 8 de mayo de 2007

ME OBLIGO

No tiene sentido
y si lo tiene, no lo quiero encontrar.
No tiene sentido, me obligo,
para qué deshojar lágrimas
que no llegarán a tu mar.
No tiene sentido, insito,
si en la noche de lluvia
preferiste la calle al calor que te pude dar.
No tiene sentido, y lo prohíbo,
si negaste las razones,
si no supiste hablar.
No tiene sentido, y lo reafirmo,
si fue egoísta tu abrazo
y fue cobarde tu adiós.
No tiene sentido y me duele
perderme en la luna,
salvarme en una ajena mirada azul.
no tiene sentido, y lo prohíbo,
sentirte en la brisa,
oírte en tu silencio.
ahogarme en tu ausencia.

lunes, 7 de mayo de 2007

Perdón

Perdón por haberte tejido
Una canción con mi guitarra.
Perdón por no haberla susurrado
A tu corazón desgarrado.
Perdón por llorarte en las noches
Y no gritarte sin miedos lo que siento.
Perdón por las madrugadas
No compartidas;
Por no pedirte que seas el guardián
De los amaneceres en mi cama.
Perdón por mis silencios
Por mis “nada”.
Perdón por no haber podido
Alejar los fantasmas de tu pasado.
Perdón por aferrarte a mi vida,
Por quererte tanto, demasiado.
Perdón por no haberte
Acariciado más el alma.
Perdón por respetarte,
Por no intoxicarte con mi presencia,
Con mis besos, mis abrazos.
Perdón por no saber decir
Cuánto “te necesito”.
Perdón por las lunas llenas
Ignoradas, deseadas, negadas.
Perdón por las lunas llenas
Que te regalo,
Para que te embriagues con su brillo,
Para que te pierdas en su inmensidad.
Perdón por el tiempo encapsulado
En minutos de pasión.
Perdón por el dolor que ahora te causo;
Y a tu dolor…
A tu dolor, que le duela mi perdón.

miércoles, 2 de mayo de 2007

SILENCIO

Escuchaste ese silencio,
Sí, ese, el del alma;
El que murmura con el viento
Y aturde en los recuerdos.
Sí, ese, ese silencio,
Que por las noches te despierta,
Que interrumpe tus sueños ¿serenos?
Sí, ese mismo silencio
Que retumba en los rincones
Y que perdura con el tiempo.
El que con lágrimas se calla
Y con caricias se aplaca.
Sí, ese mismo silencio,
Tan oscuro, tan profundo, tan silencio:
El de tus palabras.

viernes, 27 de abril de 2007

DICIEMBRE EN ABRIL

Te habías esfumado,
por Dios que te habías esfumado.
Te habías evaporado con la lluvia,
aquélla que te alejó de mí en la madrugada.
Juro por Dios que te había alejado.
Pero hoy vuelves, justo hoy
que me necesito entera.
Justo hoy que todo me pesa
divagas en mi mente
y vuelves a hacer de mi corazón
el centro de un huracán.
Justo hoy, en este abril de mierda.
Justo hoy, en este 19, lejano al de diciembre.
Por Dios que me había convencido
de que ya no estabas,
de que no te necesitaba,
de que ya no te extrañaba.
Justo hoy reapareces tan dulce,
tan hombre, tan fuerte.
Justo hoy, en este 19, lejano al de diciembre.